martes, 10 de mayo de 2011

Buscando el fondo


Comparto una especie de manifiesto que algunos ya habréis leído en Demonfit. Lo utilizo como presentación en la página. Parcheado de retales para una suerte de declaración de intenciones. La foto que encabeza el texto me encanta; habitualmente la tengo colgada en el tablón frente a mi mesa de lectura. Me pareció que casaba muy bien con el contenido del post.

(*). Poned la canción mientras lo leéis. La música es lo mejor de todo. Los habituales ya sabéis quiénes son.

"Buscando el fondo"

No sabía qué escribir exactamente. Me decido por unos párrafos que definan mi relación con el deporte de fondo -sea triatlón, maratón, raids de montaña o ultrafondo-, esa actividad sui generis que desde hace aproximadamente diez años significa tanto en mi vida.

A veces puedes sentir miedo al mirarte al espejo, de la misma forma que siempre cuesta ser honesto contigo mismo. ¿Nos arriesgaríamos a ser capaces de vernos a través de los ojos de los demás? Es difícil encontrarse a sí mismo y expresarlo sin que estas líneas se conviertan en una suerte de onanismo mental.

Rastreando en mi pasado, en mis recuerdos, la verdad es que no soy capaz de encontrale el lado malo a toda esta historia aunque supongo que, como todo en la vida, el precipicio no debe andar lejos. “Nada en exceso” se leía a la entrada del Oráculo de Delfos, la justa medida que Aristóteles proclamaba como camino a la felicidad. Imagino que cuando nuestra pasión se convierte en obsesión, ocupando un lugar preeminente y restando demasiado a otras parcelas de nuestra vida, no andamos por buen camino.

Si trato de encontrar la esencia a toda esta bendita locura, me quedo con un palabra: conocimiento.

Conocerme a mí mismo, conocer mis límites físicos o mentales o.... ¿por qué no?... espirituales. Poco a poco, a lo largo de los años, han ido cayendo barreras, metas que antaño se antojaban quiméricas se convirtieron en un simple paso a la cima, aquélla que nunca se alcanza porque siempre hay un paso más allá, siempre se puede ir más rápido o más lejos.

Saber moverse dentro de los límites, cruzarlos y regresar vivo engancha sin remedio. Adictos a comprobar cuál es nuestro temple real. Hay una frase de Martin Amis que me gusta mucho y que hace tiempo hice mía: “Sólo hay una forma de aprender a pelear, peleando mucho”. En eso estamos.

Conocer a los demás. A lo largo de estos años -últimamente cada vez más a menudo-, he ido encontrándome a gente muy afín, tanto en el terreno deportivo como desde otros puntos de vista más humanos; personas interesantes con algo más que contar que lugares comunes. Gente muy dura pero sensible a la vez, especialmente dotada para la búsqueda de nuevas experiencias. Atletas con ese instinto de aventura innato con el que todos nacemos pero que la mayoría domestica al abandonar la juventud.

Tal vez es difícil de explicar que en un deporte donde reina la soledad y donde el autocontrol y el saber hablar consigo mismo son tan importantes, pueda resultar trascendental una mirada, un grito de ánimo o la palmada de un compañero.

En la misma línea, la posibilidad de compartir experiencias bien sea de forma personal o a través de internet, vía foros o blogs, no ha sido más que un acicate, un estímulo para seguir en la brecha. Es cuando la escritura o el relato se convierte en inseparable apéndice de la experiencia en conjunto.

Es curioso que una actividad tantas veces solitaria sólo tenga sentido “con” , que sólo sea enriquecedora si la compartes con los demás, sea de una u otra forma.

Conocer lugares. Como a tantos otros, me gusta viajar. Sin embargo nosotros disponemos de un cebo a mayores. Algunos de los parajes más hermosos o singulares que he visitado, para siempre estarán unidos a momentos de sufrimiento o alegría. Un cielo, una cima, una playa, para siempre engarzadas en mi mente, puede que en el centro de una extraña bruma “apajarada”, puede que frente a una cerveza, inundado por la satisfacción del reto conseguido.

Cada lugar tiene su propia personalidad. Soy de los que piensan que a todos se les puede encontrar el encanto. Será por ello que me cuesta elegir pero es cierto que uno de los criterios que uso para decidir dónde correr es el interés totalmente subjetivo que el paraje en cuestión me pueda suscitar. La sensación de nadar en un lago en el corazón de los Alpes o en Sanabria, es difícilmente comparable.

Sé que muchos nos consideran “locos”. Es algo que francamente no me importa. Me gusta esa frase que dice: “Los sordos piensan que los que bailan están locos”. Yo prefiero vernos a nosotros mismos como “Quijotes”. Impermeable a la incomprensión de los que no me interesan, me siento bendecido por no haber perdido todavía ese lado infantil.

Al fin y al cabo, para mí el fondo no es más que una puerta a otro mundo. Como sufridas “Alicias”, traspasamos la puerta donde, por unas horas, nos olvidaremos de todos nuestros problemas cotidianos. Si la gente supiera lo accesible y barato que es el camino para sentirse bien, se animaría a generar endorfinas sin dudarlo un instante.

Aparte de la fecha de la cita, grabada a fuego desde que decidimos apuntarnos a alguno de los retos mayores, hay algo trascendental en todas estas pequeñas aventuras. Es el camino. Semanas, meses de entrenamientos o “competiciones puente” para que el gran día se cumplan todos nuestros sueños. Tal vez lo fundamental no sea alcanzar la meta sino merecerla.

Siempre a la búsqueda de la carrera perfecta, de ese momento que tantas veces has visualizado mientras entrenabas. Ese momento en que crees que puedes llegar a controlar los límites y el dolor o la fatiga, cuando estás justo donde querías estar. Entonces nada más importa. Seguiré buscándola en 2011

Mi último pensamiento, justo antes de la salida, son unas palabras de Goethe: “Saca lo mejor de ti, sé valiente y la fuerza acudirá en tu ayuda”. Que así sea.



11 comentarios:

Unknown dijo...

"Tal vez lo fundamental no sea alcanzar la meta sino merecerla"

Toma titular!!!

Que buena Abelín.

Yolanda Pingüina Veloz dijo...

Que entrada tan bonita y que bien lo explicas. Ojalá con sólo leerla nos pudieran entender aquellos y aquellas para los que somos unos locos, pero me temo que esto sólo se entiende cuando se vive...y se sufre...y se disfruta.

Un saludo "Quijote"

Furacán dijo...

Muy buena entrada, si señor.

TSI-NA-PAH dijo...

“Los sordos piensan que los que bailan están locos”! no te creas, eso son los sordos con poca vison de la vida, otros se ponen a bailar si escuchar nada!
La locura es algo que conozco bastante bien1
Un abrazo

Javier dijo...

A tanta pasión le añadiría humor para que deje de parecer locura. Hay que tener la capacidad de reírse de las propias pasiones (de las de todo tipo, no me refiero exclusivamente a la pasión por los deportes de fondo). Hay que ser conscientes de su estupidez intrínseca. Todas tienen algo de ridículo y de sinsentido.
Hay que practicarlas con responsabilidad pero no tomarselas en serio.

CiegoSabino dijo...

Oye, poeto. Esto déjalo por ahí a mano para cuando te, me o nos pregunten: "¿por qué?".

Phaeton dijo...

Haced caso a Plato53. Todo esto, bien mirado, no es sino una forma de matar el tiempo.

Xocas dijo...

Hermosas palabras. Todos esperamos merecer la meta.

Anónimo dijo...

Buenísima entrada Abel!!

Si le quieren ver el lado cachondo: AHORRA PARA UN LOCAL!

Arturo

Atalanta dijo...

Popi, gracias, dagal. Recopilación de retales.

Pingüina, muchas gracias, me alegro que te gustara. Tal vez nos entiendan un poquito pero es difícil explicar eso de querer sufrir y disfrutar al mismo tiempo.

Furi, gracias, dagal, nos vemos el finde.

Tsi, me parece que sea por una u otra razón nos entendemos bien. Todos somos "diferentes", todos estamos un poco locos... pero bendita locura. Vosotros, los "musiqueros" lo entendéis igual de bien.

Plato, yo soy el primero que siempre digo que tenemos un cable suelto.... pero, ¿qué le vas a hacer? Tamaño desperdicio de energía...¿para qué? No hay beneficio material alguno, quizá de salud, aunque ya sabéis que me cuesta aceptarlos en estos niveles de machaque. Sólo nos proporcionan "intangibles".

Ciego, por lo menos la foto sí la dejaré porque me gusta mucho. Yo hace tiempo que no doy razones. Sólo sobre el papel, en persona, me aburre el tema.

Phaeton, imagína por un instante que te prohibieran montar en bici... Es algo más que tomarse unas cañas.

Xocas, gracias, gallego. ¿La mereceremos el domingo? Me tengo que leer tu crónica del recorrido ciclista aunque con lo que me ha contado Agus, casi mejor que no :)

Arturo, gracias, tron. Ya verás como durante las noches de Ehunmilak recuerdas lo bonito y poético que es el fondo :). Ya sabes que mi madre siempre tendrá razón.

Javier dijo...

Nada mejor para excederse que la pasión hipnótica.
Nada mejor para moderarse que la duda que surge del humor.