viernes, 25 de diciembre de 2015

De mis tribulaciones con las divas del pop I


Comiendo una oreja ayer en el Mar del Plata con Ciego Sabino, sonaba en la televisión  el clásico canal con vídeos musicales de moda, el previsible desfile de tías buenas con elaboradas coreografías, cuando de pronto una canción me llamó la atención porque sabía que era importante para mí, aunque no recordaba la razón. De camino a casa, me di cuenta de que se trataba de la canción que sonaba en uno de los momentos más bellos de una de las películas que más me ha gustado en los últimos tiempos: "De óxido y hueso" de Jacques Audiard. Tan perdido ando yo en este mundo de las grandes ventas, que cuando llegué a casa puse en el buscador: "De óxido y hueso, Rihanna". No, no era Rihanna, era Katy Perry, y he encontrado el trabajado vídeo de una chica donde se mezclan los dos momentos en los que suena la canción, especialmente importante y clímax emocional de la película el de una Marion Cotillard, en la terraza de su casa y ya sin piernas, ejecutando sus órdenes  a las ballenas. Además acaba con el silencio de la brutal escena del reencuentro sin resentimiento con la orca como metáfora del hombre frente a la naturaleza, representando nuestra pequeñez y nuestro absurdo afán por controlar lo que nos supera. Palabras mayores.


Hay que reconocerlo, los estribillos de estas canciones se adhieren a tu cerebro cosa mala; difícil sacudírselas de encima, si además a Abril le encantan. 

La película sí acaba con una canción de, ahora sí, uno de los discos que más me han gustado en los últimos tiempos, de Justin Vernon, espíritu afín. Combinación explosiva, que ustedes lo disfruten.

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