domingo, 2 de octubre de 2016

De lombrices, abejas y hombres


Para Svetlana Alexiévitch la catástrofe de Chernóbil  es el acontecimiento capital de la Historia. Hasta las secuelas más devastadoras de las guerras más terribles son susceptibles de dejarse atrás y seguir adelante, pero por primera vez el hombre no mide la magnitud real de las consecuencias de sus actos. Sobrepasado su poder, el accidente se consituye en heraldo de autodestrucción. 

Un fragmento de "Voces de Chernobil" aparentemente "pequeño", pero enormemente significativo sobre nuestro papel en el mundo y la Historia.

"Salí por la mañana al jardín y noté que me faltaba algo, cierto sonido familiar. No había ni un abeja. ¡No se oía ni una abeja! ¡Ni una! ¿Qué es esto? ¿Qué pasa? Tampoco al segundo día levantaron el vuelo. Ni al tercero. Luego nos informaron de que en la central nuclear se había producido una avería, y la central está aquí al lado. Pero durante mucho tiempo no supimos nada. Las abejas se habían dado cuenta, pero nosotros no. Ahora, si noto algo raro, me fijaré en ellas. En ellas está la vida"

"Nosotros esperábamos que nos explicaran la cosa por la televisión. Que nos dijeran cómo salvarnos. En cambio, las lombrices... Las lombrices más comunes se enterraron muy hondo en la tierra, se fueron a medio metro y hasta a un metro de profundidad. En cambio, nosostros no entendíamos nada. Cavábamos y cavábamos. Y no encontramos ni una lombriz para ir a pescar."

¿Quién es el primero, quién está más sólida y más eternamente ligado a la tierra, nosotros o ellos? Lo que tendríamos que hacer es aprender de ellos cómo sobrevivir. Y cómo vivir"


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