miércoles, 28 de marzo de 2018

Aniversari





"Aniversari"

Que en mis años la alegría recomience

sin borrar del espíritu ninguna cicatriz.

Oh, Padre de la noche, del mar y del silencio,

yo quiero la paz - pero no el olvido

(Màrius Torres)

lunes, 26 de marzo de 2018

La obra y el autor


La mayoría de vosotros no sabe quién es Noir Desir pero era uno de los grupos de rock más famosos de Francia, uno de mis favoritos también. Lo que sí puede que os suene es que su líder, Bertrand Cantat, mató a golpes a su novia durante una discusión, la actriz francesa Marie Trintignant.

Fue condenado por homicidio imprudente a ocho años de prisión por los tribunales lituanos, ya que la muerte acaeció en ese país durante el rodaje de una película. Cumplió cuatro años. Tiempo después, aunque creo que este dato no vendría propiamente al caso, puede que sí sirva para dimensionar la tragedia que genera y acompaña al personaje, su exmujer se ahorcó mientras él dormía en casa con sus hijos.

El año pasado la famosa revista de música francesa "Les Inrockuptibles" publicó una entrevista con Cantat con además portada dedicada, la que encabeza estas letras. Se armó  gran escándalo y la publicación se vio obligada a disculparse.

Este año el cantante ha publicado disco, excelente de principio a fin, se encuentra inmerso en gira de presentación y varios festivales franceses de verano lo habían confirmado en sus carteles. Sin embargo, en Francia se ha debido armar otra previsible gran polémica y el cantante ha declinado su participación.

El tema me interesa mucho, el del arte y la libertad, el de la presión social y sus medios, el de la legalidad, el de la ética, el de quién define e interpreta esas normas, el de  la relación obra y autor: ¿existe esa relación o ha de acatarse la muerte del autor que proclamaba Foucauld cuando nos enfrentamos a casi un organismo vivo e independiente en el que se convertiría la obra?

Antes de acabar la carrera, espero que me dejen hacer algún trabajo sobre un tema tan vivo y polémico, con tantas variantes y ramificaciones, con casuística compleja y problemática que apetece investigar, darle forma e identificar, que sirve para definir en gran parte qué es esta sociedad.

"Amor Fati" se llama el disco de Cantat, la clásica divisa estoica de aceptación del destino, donde casi parece aparcarse el libre albedrío, punto débil de su doctrina, tal vez también de la del autor. O tal vez se trate simplemente de una triste broma, tan elocuente como la portada.


viernes, 16 de marzo de 2018

Agonía


"Agonía"

Morir como las alondras sedientas
en un espejismo.

O como la codorniz
pasado el mar
en los primeros arbustos
porque ya no siente
el deseo de volar.

Pero no vivir de lamentos
como un jilguero ciego.

(Giuseppi Ungaretti, escrito mientras era soladado durante la I Guerra Mundial)

sábado, 10 de marzo de 2018

Dallas Buyers Club, una cuestión de pelotas




Es larga la lista de historias denominadas de interés humano convertidas en películas, casi tan larga como la de fracasos, puede que no comerciales, sí en cuanto a calidad. Argumento demoledor para extraer que el buen arte siempre se construye sobre cómo se cuenta, no sobre qué se cuenta, en este caso edificantes epopeyas de personajes enfrentados a una situación desesperada que asombrosamente se elevan por encima de la talla humana para vencer o al menos pelear como titanes frente a condenas irremisibles, depositarios de una fuerza inspiradora de la que seguro ni ellos sabían ser portadores.


Dramas de este tipo vemos a diario en redes y en periódicos. “Dallas Byers Club” está inspirada en hechos reales, lo que normalmente augura mediocridad en la propuesta, y que sin embargo aquí se convierte en una buena película. Aparte de las estupendas interpretaciones de McCougnahey y Jared Leto, la película se sostiene en un par de líneas básicas que conducen la historia y conectan emocionalmente con el espectador.


Un tipo muy básico cuya guía de conducta  y estrecho código de valores se reduce al imperante en el ambiente del que se alimenta y alimenta: el de un vaquero tejano, el de la virilidad como único criterio para ganarse el respeto, el de la complicidad entre machos orgullosos, el del desprecio a cualquier muestra de debilidad o a lo diferente o ajeno.


Cuando la burla del destino convierte  al protagonista en lo que él siempre ha considerado  un apestado despreciable, tras el inevitable transitorio hundimiento, asume que lo único que atesora para seguir viviendo lo poco que le queda, es tirar de la única enseñanza que no ha cuestionado mientras crecía, que lo único que importa cada día son sus cojones y mantener intacta su hombría.  Inevitable la asociación con el“en mi vida solo tengo mis cojones y mi palabra” de Al Pacino en “Scarface”. 


Es entonces cuando asistimos al espectáculo del funcionamiento chirriante casi siempre, pero efectivo a la larga, de sus estrictas y claras reglas de juego en campo enemigo, fricción escenificada, nunca real, con el excesivamente sensible Jared Leto y  con la falsa seriedad y rigor institucional representada por el monstruo médico-farmaceútico,  llegando a abducir a uno de sus miembros, la médico Garner, para  convencerla de que la forma de ver la vida de un vaquero, sino encomiable o correcta, puede ser liberadora en alguna ocasión. 


La película empieza y acaba con una metáfora, que por evidente, no deja de funcionar, la de que vivir, al fin, no es más que estar ocho segundos sobre un toro salvaje. Es lo que intenta McCougnahey  a diario cuando tiene su diagnóstico de muerte. Pero al fin, vivas uno a cien años, qué es todo sino más que ochos segundos de eternidad. No queda más que agarrarse fuerte.

miércoles, 7 de marzo de 2018

No decía palabras


"No decía palabras"
(Luis Cernuda)

No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe. 


La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes. 


Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.
Auque sólo sea una esperanza
porque el deseo es pregunta cuya respuesta nadie sabe.

sábado, 3 de marzo de 2018

Sonetos del amor oscuro


En la pasada feria de teatro de Ciudad Rodrigo, uno de los montajes que más me gustó fue la propuesta de Viridiana basada en los Sonetos del amor oscuro de Lorca, en los propios once poemas  y en la peripecia de aquellos hojas iluminadas, prácticamente ocultas debido al canto de un amor homosexual con el que la familia, depositaria de los manuscritos, no acababa de sentirse cómoda,  hasta su publicación por ahora definitiva en 1984 en el ABC.

Un actor en escena nos narraba apasionado los desvelos del autor, la agitada existencia de aquellos papeles tan vivos con las propias correcciones de Lorca, siempre a punto de perderse, resultando casi mágica la lectura en una pequeña sala a oscuras de estos poemas de  estructura clásica, de una belleza y  poder de evocación extremos a cargo no de nuestro mejor poeta, sí del más universal.


Soneto de la dulce queja

Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.

Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas; y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.

Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,

no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado.